10 marzo, 2005

Mayoría de Edad

Debo admitir que pensé mil veces que escribiría en este día que es supuesto sea especial para mí, y bueno, todos sabemos que de una forma u otra es sólo un día más. De ayer a hoy no me hice efectivamente más grande, ni más madura, ni más discerniente ni mejor persona. Ayer tenía las mismas opiniones,las mismas experiencias, las mismas heridas y desencantos. Las mismas alegrías vale decir también. Y es que si, como decía el tango, 20 años son nada, ¿que serán 18?. Y no es que trate de subestimar de diversas formas el fenómeno que inevitable e innegablemente me afecta hoy, sí talvez quiero alivianar el peso que trae consigo, y es que si hubiese cumplido 18 mientras no cerraba aun esa etapa recién clausurada que fue el colegio, las implicaciones quizás serían menores. Quizás no estaría aquí sentada recordando esos rostros que estoy dejando atrás junto con mi minoría de edad. Los rostros de aquellas personitas que fueron tan importantes en su momento, esas que tanto odié y que tanto quise simultáneamente. Esas que tanta felicidad me dieron, y también tantas rabias y sufrimientos. Esas que me producen nostalgia de tiempos pasados y al mismo tiempo la felicidad de que esos se extinguieron y que todo se acabó. Y es que no tengo forma de negarme sus existencias, sus relevancias y la sonrisa que me producen al pensar en ustedes. No quiero dar nombres, supongo que es parte de la magia no hacerlo. La magia de que podrías ser tu mismo uno de esos. Y en ese caso, espero sepas que fuiste más que estas palabras que dije recién, que fuiste un mundo que descubrí y no sabes cuanto agradezco que hayas descubierto un trocito del mío. Lo admito. No tengo palabras para describir estos 18 años. No pretendo glorificarlos, nunca fue mi intención. Pero es que el análisis de todo puede llevarte a conclusiones inesperadas. Mención especial a mi familia, una bien particular, o quizás no tanto. Pero mía al fin y al cabo, aunque me haya disgustado ese detalle una y mil veces. Creo está demás mencionar los malos ratos, ya me he cabeceado demasiadas veces con esos detalles negativos, aunque no fueran tan pequeños muchas veces como para llamarlos simples detalles. Supongo que en cierta forma debemos ser siempre capaces de mirar hacia atrás con una sonrisa, y reconozco pública y privadamente que en este aspecto al menos aún no logro hacerlo completamente bien. Es una de esas partes de mi que no respeta mayorías de edad legales ni discursos de madurez automatica. Pero innegable es también lo que son y lo que han hecho por y para mi estos años. Y por supuesto decirles un "gracias" y algo que lamento no sentirme capaz de decir constantemente a ellos, y es que los quiero. Estoy viendo que es ya tiempo de dejar la extensión, porque a veces no tiene sentido hablar y hablar cuando las palabras no alcanzan. Solo quise dar una idea, transmitir algunas cosas que siempre me guardo y que durante los años quise decir y no me atreví, por ese miedo estúpido de que el otro lo encuentre extraño, fuera de lugar o pasado de moda. Por ese miedo que todos tenemos alguna vez, que no nos deja decir "te amo" por primera vez, ni "te quiero" cuando es necesario. Ese miedo que deberíamos erradicar, aunque solo fuera sólo un poco para hacerlo más seguido. Quiero dejarles aquí como un símbolo de estos años que ustedes me han dado, mi sonrisa, que siempre hallarán cuando necesiten, porque ustedes la crearon, y mis hombros, a los que ustedes enseñaron a secar cuanto provenga de sus ojos. Les dejo también mis lágrimas, aquellas que derramé cientos de veces por muchos de ustedes, y que inmerecidas o no, existieron, y fueron una prueba viva de mi afecto. Y perdonen mi egoísmo, pero decidí quedarme yo con sus cartas, con todas ellas, desde esas triviales escritas en una simple clase mientras nos aburríamos, hasta aquellas que confirmaban nuestros sentimientos más profundos, y nuestros pensamientos. Me guardo gran parte de sus regalos también, no sólo los físicos, sino aquellos que me hicieron quien soy ahora, esta niña que se enorgullece de ser un poquito de ustedes. Y finalmente me quedo con lo más preciado que podría tener de ustedes, y es su recuerdo. Recuerdos de los días, las tardes y las noches que compartí con ustedes. Recuerdos de dulce y de amargo. Recuerdos de metal, papel y cera. Recuerdos que guardaré espero por siempre.

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