31 mayo, 2005

.exactamente un año atrás.

Ay, cariño, si supiera por donde comenzar
y es que hoy conmemoro una fecha
una fecha particularmente sentimental
Un año atrás mi vida se transformaba en ésto:











En nada.


El 31 de mayo, hace un año atrás, cerca de las 11 de la noche semi durmiendo yo estaba
semi durmiendo por las horas, por los miedos.
Y ya cuando mis ojos se cerraban un ruido de fondo escuchaba.
Desperté, un tanto desesperada, sabía que sonido era: el teléfono.
Sabía quien llamaba: Tú... mi gran Tú.
Cogí el telefono exaltada, animada, apenada... esperanzada.
Tu voz saltó por el auricular con un ritmo cansado.
Y que habría de esperar yo?
Cansada yo también estaba... cansada del día, del fin de semana que recien pasaba, y de la semana que lo precedía...
Cansada de haber temido la negrura de esos días.

Silenciados
Intercambiamos un par de palabras
silenciados nuevamente.
Silencio, silencio, silencio, silencio............................

"Que.nunca.es.bueno.el.momento.hasta.que.no.hay.otra.opción.
Siempre.es.el.mismo.cuento.Ese.último.momento."

Y el último momento se acerca irremediablemente
y yo sin saberlo, claro
temiendole como a nada, pero ignorandole.
Y llega.
El ultimo momento llegó.

Mirando el techo de la habitación
a oscuras.
cierro los ojos.
me odio una y otra vez por no haber contenido las ganas de levantar el telefono.
quien sabe cuan distintas serian las cosas si no lo hubiese hecho.

-Aló, Gustavo, te puedo llamar a la casa?
-Uy, estoy hablando ahora, llamame en 15 minutos
-Uhmm...
-¿Que pasa?
-No, nada, no importa, nos vemos mañana.
-Para algo me llamaste, ¿que pasa?
-Felipe terminó conmigo.
-Llámame en 2 minutos.



Hasta las 12 de la noche conversamos. Desquité por ese mismo telefono todo el odio que te tuve. Tomé una foto de mi velador y la arrugué, por no lograr [o querer] romperla. Tomé la pulsera que usé casi 2 años y la corté de mi muñeca.
Se acabó.

Unos abrazos a la mañana siguiente, compensación de lo pérdido, y dos ojos que no lograban transimir algo más que lo llorado la noche anterior.

Ajetreo, el ajetreo del 1 de junio.
Esa constante necesidad de mantenerte ocupada para no pensar
para no sufrir
para no llorar
para no recordar.


Hace un año ya de todo ésto.
Cuantos procesos acabados.
Cuantos iniciados.
365 días son ya...
No sé muy bien por qué hago ésto..

Mi lado artista - como dice en éste minuto don Alvaro, citando a Sabina - supongo.

¿Que más puedo agregar?
Talvez nada, yo vine aquí solo a recordar.

Vale decir que un año pasa rápido, talvez porque la vida también se va así.






Vale decir que la foto sigue arrugada en el cajón donde la tiré, vaya a saber una porqué.

28 mayo, 2005

La tarde del 27

Bajarse de la micro y encontrarte caminando hacia adelante, por una calle que sin embargo te lleva inevitablemente al pasado, a ese que quien sabe cuantas veces odiaste y deseaste nunca volver a tocar.
Y ahí estás, irremediablemente atraída por él, luego de haber deseado la noche anterior revivirlo.

Caminas, caminas, caminas... tu estómago se aprieta.
Tu boca sonríe involuntariamente sólo de nervios, de deseos, de esperanzas, de pasado.
No vas sola, y para disfrazar tus ansias y miedos, conversas, ríes, todo sigue como siempre pero sabes no es así.
Una vuelta, otra y otra, tus ojos no se detienen, buscan, quieren encontrar algo que sabes lo que es y que también lo desconoces. Sabes puede ser pero la imposibilidad de ello te es revelada en cada vuelta.
Que vulnerable te ponen los recuerdos, mujercita.
Mueres por hallarte cara a cara con tu pasado, sigue desmintiendolo, pero sabes que es así.
Sabes que darías tu vida en éste momento por reencontrarte en cada esquina, recoveco, rincón, banco, columpio, pasaje y follaje con aquello que amaste tanto y que de tanto amarlo aún, te duele. Te duele por no encontrarlo.
Tu cabeza se nubla de tanto buscarle. Miras en una y otra dirección, y comienzas a verles, a esos emblemas que salen por las calles y que logran transportarte un tanto a lo que querías.
Sonríes, sientes por fin palpable un rastro de felicilidad.


Decides partir, quizás aumentando los metros caminados logres aumentar el sentimiento.
Cruzas la calle y te instalas en el pasto, tu nuevo balcón con vista a atrás.
Tratas de concentrarte y simplemente no lo loogras, insistes y ves uno que otro rostro familiar y la excitación te impide la insistencia, entiendelo mujer, no puedes.



La tarde se va.


Son las 2 de la mañana y ya estás sola, mirando el techo, hablando quizás con él.
O con el aire, las sábanas, quizás con Dios.
Tu felicidad termina finalmente de mezclarse con desazón.
Y es que terminas por entender la diferencia. Terminas de notar lo que es y lo que no.
Terminas por ver que no perteneces a ese lugar ya.
Que por más que lo intentes el lugar sigue y el recuerdo también, pero no tú.


No es tuyo, no te pertenece, no seguirás viviendolo












Pero de todas formas planeas tu próxima visita a aquel lugar.

11 mayo, 2005

de Parra


Es olvido

Juro que no recuerdo ni su nombre,
más moriré llamándola María,
no por simple capricho de poeta:
por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
supe de la su muerte inmerecida,
nueva que me causó tal desengaño
que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
por la gente que trajo la noticia
debo creer, sin vacilar un punto,
que murió con mi nombre en las pupilas,
hecho que me sorprende, porque nunca
fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
relaciones de estricta cortesía,
nada más que palabras y palabras
y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
sólo queda un puñado de cenizas),
pero jamás vi en ella otro destino
que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que hasta llegue a tratarla
con el celeste nombre de María,
circunstancia que prueba claramente
la exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
su inmaterial y vaga compañía
que era como el espíritu sereno
que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
la importancia que tuvo su sonrisa
ni desvirtuar el favorable influjo
que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Más, a pesar de todo, es necesario
que comprendan que yo no la quería
sino con ese vago sentimiento
con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo, sucede, sin embargo,
lo que a esta fecha aún me maravilla,
ese inaudito y singular ejemplo
de morir con mi nombre en las pupilas,
ella, múltiple rosa inmaculada,
ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
que se pasa quejando noche y día
de que el mundo traidor en que vivimos
vale menos que rueda detenida:
mucho más honorable es una tumba,
vale más una hoja enmohecida,
nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
creo que moriré de poesía,
de esa famosa joven melancólica
no recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
como una paloma fugitiva:
la olvidé sin quererlo, lentamente,
como todas las cosas de la vida.



























No había recordado la existencia de este poema en un largo tiempo, habia olvidado que me encanta, asi que para no olvidarlo más, lo estampo.

05 mayo, 2005

Por la chupaya

Y me siento a mirar por la ventana, me tomo un café mientras

me siento en aquel sillón

me siento en aquella banca del parque aquel que visitamos alguna vez

me siento en el pasto y te busco

me levanto, me siento, vuelvo a levantarme y decido quedarme ahí, encender un cigarro y recordarte




___________ilusa yo, creer que un mísero recuerdo ha de traerte de vuelta a mí]